1 jun 2016

El Pont de Suert-Andorra. 5 de mayo.




Destacar el completísimo desayuno del hostalito en un ambiente cuasi victoriano con Richy y Antonio al frente tacita de té en mano. Pena de meñique.

Niveles de aceite ok y arrancamos. Y flipamos!. Antes del salir del pueblo ya estábamos sorteando un sendero trialeroso con varios escalones homologados y caída a derechas de las de “hasta luego”. Lo mejor de todo es que el motivo de tal sorpresa mañanera estaba en recortar una horquilla que hace la carretera al salir del pueblo, vamos, que 100 m de acción para salir otra vez al asfalto. Aun le estoy buscando la moraleja al asunto.

Luego fue un entrar y salir de pistas durante unas horitas. Después Antonio nos abandonó para poner rumbo a casa… y oiga!, ni que lo hiciéramos a propósito. Empezaba lo bueno:

Enganchamos una pista de lo más normalera, simplona, pero al mismo tiempo graciosa ella que serpenteaba sin darnos tiempo de abrir gas como nos hubiera gustaría, así que, embrague en mano y firmeza en puño para ir haciendo cada viraje lo más continuo posible, aquello no dejaba de ascender. La panorámica crecía, las cumbres se acercaban y hasta los buitres saludaban a nuestro paso corroborando que aquél era el buen camino. Ya empezábamos a ver algún resto de hielo… y cada vez más… hasta donde la pista dejó de subir en un collado y paramos.
Espectacular! y nosotros formando parte de todo aquello.
En ocasiones sucede. En muchas cuando monto. Esa sensación de estar donde y cuando. Esa seguridad de saber que precisamente en ese momento no hay mejor lugar ni manera. Estoy donde tengo que estar. Nada falta y nada sobra. Todo está en su sitio.... y quiero gritar de placeeeeeeeeer!

Descendimos un poco, atravesamos algún pequeño nevero y proseguimos ruta entre riachuelos del propio deshielo y montañas suaves de pasto bajo, propio de la altitud a la que estábamos rodando y en la que nos mantendríamos por un buen puñado de kms. Nos encontramos un nevero que prácticamente ocupaba el total del camino y con barranco a derechas, la cosa imponía. A mayores, a mitad de tan excitante momento, había un escaloncete de piedras sueltas. Al verlo me imaginé "meutranganillo" despeñándose por el barranco hasta perderlo de vista. Nos bajamos de las motos. Primero la de Richy y luego la mía. Entre los dos y con tacto se hizo bien y pudimos ver ambas moturas de una pieza al otro lado del desafío. Nada nos podía parar. Estábamos “on fire”. Y nada ni nadie nos haría retroceder… ni para tomar impulso!!!. A los 500 metros estábamos parados sin saber que hacer.

Un nuevo nevero de dimensiones extra-reglamentarias y con una pendiente impracticable, hacia tapón en el camino. Sobre el mapa no existía alternativa posible que nos llevara al track pasado el problema… y se me encendió la luz. “-Richy!, y si intentamos pasar el nevero por arriba?, parece que estrecha…” “-no estoy seguro cómo traccionará esa hierba” y la verdad es que yo no estaba seguro ni de lo que estaba diciendo, pero allá fui. La idea era tomar una pequeña rampa sobre el talud para subir a la ladera e ir ascendiendo en perpendicular para luego hacer Z’s hasta llegar arriba. Así contado parece fácil. Con motos de 150 kg y petate, yo que sé… pero que cojones!! Sin otra brillante idea que barajar, había que intentarlo.

Primer golpe de gas y la moto me derrapa en la poca nieve que había justo antes de aquella rampita. Vamos!, que moto al suelo en el mismísimo camino jajaja…. Segundo intento. Golpe de gas!, subo la rampa!, empiezo a tractorar por la ladera y coño!! Que esto agarra!!! Cojonudo!!!…. así que tanteando las pequeñas derrapadas de la trasera y midiendo el gas para no levantar la delantera me hice un buen puñado de metros hasta que me paré. “ESTO RULA RICHY!!!!! DALE CAÑA!!”. Si yo había sido capaz de llegar hasta allí, Richy se lo haría con la punta del cigüeñal. Y así fue. Se me acercó, me sorpasó y se piró.

Mientras él le daba la vuelta a la moto como hacen los pros en estos casos... yo a lo mío. Tenía que llegar más o menos a su altura para hacer lo propio. Girar. Pero arrancar en tantísimo desnivel no era cosa fácil, las pasé canutas y al poco de avanzar unos metros, me caí. Peor aún. Me caí para el lado malo. Volé!. Pero me levanté. Trepe con pies y manos unos tres metros hasta llegar a la moto y la apagué. Ahora mismo levantarla era imposible. Se acercó Richy y la giramos sobre el suelo para poder levantarla y ya de paso dejarla preparada para hacer la siguiente Z. Vamos allá!! Arranqué bien y me hice medio desnivel hasta que nuevamente me caí. Esta vez fue para el lado contrario, lo malo es que claro, como mi rumbo era el opuesto, el lado contrario nuevamente era el que no debía ser jajajaja, así que volé!! trepé, apagué y volví a darle la vuelta a la moto sobre si misma antes de intentar levantarla. Seguí luchando contra la pendiente y las deslizadas de la trasera pero estaba roto. Yo, la moto bien. En ese momento ya no tenía tacto en el puño como para hacer virguerías y estaba jadeando como un canelo en celo…. y es que a 2500 metros de altitud no se puede estar haciendo estas cosas, coñio!. Necesitaba reponer aliento.

Entre tanto… el cabronazo de Richy ya había dejado su moto en lo alto del nevero y bajaba a echarme una mano. Fresco como una lechuga mañanera de la huerta. Que asco de tio!!. Quede claro: el truco está en no caerse para no tener que girar la moto sobre el suelo y luego levantarla y luego…. Importante si habitualmente vives entre los 0 y los 250 metros de altitud.

Me cogió la moto y me la depositó en lo alto del nevero como si nada, haciendo gala del tantísimo asco que dá!!. Para matarlo vamos!. Eso no se hace coñio!! Jajajaja. Pero se lo agradecí entre dientes jajajaja

Luego proseguimos por la ladera entre los senderos del ganado hasta bajar nuevamente al camino y … sorpresa!!. Nevero a la vista. Grande. Hermoso. Infranqueable. Vi a Richy subir a lo alto de la misma montaña por la que el menda acababa de pasarlas canutas… y allí me fui, que carallo!!. Ahora estaba descansado, con aliento, con tacto y ya había aprendido un poco más de todo aquello. Así que me lancé y cual tratorico rampante me planté en lo más alto del tirón. Estábamos en la misma cresta de aquella montaña. El momento era realmente espectacular y entre que me acababa de hacer 200 metros de desnivel con la mismísima punta del cigüeñal que Richy y que tenía ante mi el cordal y las laderas a derecha e izquierda, notaba los pulmones como con mayor capacidad, no sé, una sensación extraña. Pecho palomo le llaman jajaja.

Todo se desinfló al tomar conciencia que desde allí arriba, era imposible atacar la ladera que nos debería dejar en el camino del track. Miramos por aquí y por allá, pero el hielo hacía de cualquier intento, un suicidio. El descenso hasta aquel punto del track donde se me había ocurrido la magnífica idea de pasar el nevero por arriba tampoco fue coser y cantar. Hasta dos paradas para tomar aliento y recuperar manos tuve que hacer, pero bien. Luego tocó superar aquél paso estrecho con barranco a un lado, que esta vez con escalón a favor franqueamos sin bajarnos de las monturas y gas… más adelante decidimos descender por unas pistas que nos dejarían a las puertas de un bonito pueblo de montaña, resacoso de la caduca temporada de esquí… pero con la hostelería aún abierta, nos sentamos en una terracita, nos dejamos aconsejar y zas!!! Por lo bien que lo habíamos hecho!! un chuletón pal pecho!!!

Ya recuperados, la opción fue la de buscar nuestro track fuera de esa zona comanche. Quedaba claro que a principios de mayo, esas pistas no son transitables. Una pena, pero que se le va hacer. Asfalto, repostaje y al track!.

Esta vez estábamos rodando por un frondosísimo bosque. Aquello tenía que estar muy abonado, no era normal. Pero lo menos normal era la pista. Buen agarre, de curvitas juguetonas, vadeos y subiditas sin mayor dificultad y todo ello con envoltorio plateado y sorpresa en su interior… la cosa se ponía emocionante con unas ondulaciones que a cada poco nos hacían despegar… eran tantas y tan variadas que estaba disfrutando una burrada saltando constantemente… ahora comprimo amortiguación y a ver que pasa; esta vez golpe de gas y recibo a una rueda; ahora culito patrás y luego palante que derrapa en la curva y salto y salto y salto… si los cuento son más de cincuenta despegadas seguro. Vaya animalada!!. Pero es que para cuando acabó la juerga empezó el espectáculo visual y ya no puedo más. La belleza me agota. Y es que hay que verlo. Hay que estar allí rodando por aquellas pistas entre esas violentas montañas y por mucho que diga o cuente, de nada valdría. La injusticia sería mucha.

Llegamos a un camping regentado por gallegos a las mismísimas puertas de la frontera Andorrana. Nos alquilamos un bungaló para el buen descanso del guerrero y a morir, que mañana más, pero no mejor porque es imposible... y es que hoy el día había sido inmejorable. Es cierto que los neveros no nos habían permitido avanzar por el track todo lo que nos hubiera gustado, pero también es cierto que si no fuera por ellos, no habríamos vivido lo vivido, que recuerdo y saboreo!.






 


 




 


 





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