Amenecíamos en un colegio-hostal-seminario-o vete tú a saber
que era aquello. Desayuno de leones en la primera cafetería que se nos ponía a
tiro. Buenos días de la policía local por aparcar en aquella acera de seis
metros de ancho. Acabar el desayuno y gas. A los 10 kms, o así, ya estábamos
cogiendo las primeras pistas pirenaicas y todo pintaba bien, pero que muy bien.
Brilla el solo, las máquinas responden a la perfección, se siente el feeling,
el chaterin ok, el janderpeiching all right y camino cortado “prohibido transitar
vehículos a motor”. Cojonudo!. La siguiente media hora nos la pasamos buscando
alternativa sin suerte, hasta que una llamada a uno que yo me sé y sus
prácticos consejos, nos harían emprender el camino correcto. Hasta ahí puedo
leer.
Poco después aquella pista nos regurgitaba nuevamente al
asfalto y aquí no ha pasado n’a. Al poco rato estábamos practicando vadeos
mañaneros sobre el río kwai, pero creo que no llegaba a chachi… que le pregunten
a Antonio. El caso es que lo atravesamos una vez por lo que parecía un acceso
habitual pero resultaba que el track no continuaba desde ese punto de la otra
orilla, así que media vuelta. Quinientos metros rio abajo ya se veía el camino
al otro lado. Richy el primero, luego el menda y por último Antonio, por
estricto orden de valentía jajaja.
No es que me quiera recrear. En serio. Son cosas que pasan.
Nadie está libre de aquello. Pero coño! Que risas! pensé que lo tendríamos que
ir a buscar al delta del Ebro jajajaja. Por un momento solo se le veía el casco
a flote. El resto era todo glu glu!. Nada, ya paro…. Que además no tiene puñetera
gracia, que se pasa mal… y tal… jajajaja. Me pongo a hacerle vídeo, intenta
salir con la corriente por las rodillas y…. casi cae. Teléfono al bolsillo y a
echar una mano Pablo, coño!!, vergüenza te debería dar… juas!.
La parte fea es que Antonio ya venía lesionado de casa, con
una pierna vendada y aquello, resultaba más gravoso para él que para cualquiera
de los demás de tenernos ocurrido… en fin.
Proseguimos ruta. Poca, y asfalto. Hoy parecía que lo del
campo sería en frascos pequeños. Econtramos trialera. Progreso a pie unos
trescientos metros por la misma y lejos de mejorar la cosa, empeora. Toca
reflexionar. Bien!. Modo resposable “on”!. "Este es el quinto día de ruta…
tenemos otros cuatro días más por delate de muchísimos kms… ayundándonos es
posible hacerla, pero Antonio no estaba en su mejor momento físico y yo he de
decir que aún notaba aquella torsión del primer día de ruta, que mejoraba, pero
lentamente… motos que en realidad no son para eso… con lo que no se puede
descartar romper algo y luego demorar aún más… y no es que tengamos que rodear
el Kalahari, simplemente buscar otra ruta ” decidido. Media vuelta y a buscar
la alternativa.
La alternativa consistió en dar un buen rodeo, asfáltico
claro!, que creo nos llevó bastante más tiempo que si nos hubiésemos medido
fuerzas con la trialera, pero eso nunca lo sabremos. Ahora estábamos unos 500
metros más allá de donde habíamos dado la vuelta y Richy haciéndose un trail-trecking
de un buen par de kms, de romano-legionario y bajo sol de justicia… para ver si
sorteábamos la repetida trialera desde otro punto más avanzado y nada. Luego
tocó hacerse un fuera pista y otra vez al asfalto.
En cuanto a mi embrague, mal. Ya no perdía por la bomba,
pero a efectos prácticos me estaba sucediendo lo mismo que ayer. Empezaba a
sospechar que podía ser cosa de aire en el circuito… porque a cuanto más
ascendíamos, peor me funcionaba y al descenso, mejor lo hacía.
Así que me temía que ese cambio de presión estaba haciendo juegos malabares con
las burbujitas de mi latiguillo.
Paradita en idílico lugar a degustar crujiente de cereales
en melaza al gusto de frutas silvestres, a las sales minerales de mi camelback
y mineral Magura de MASGASS Jaca para mi Katy… y proseguimos ruta por esas
preciosas montañas, que si bien nos hacían disfrutar de esos caminos
pirenaicos, sabíamos que aquello en algún momento tendría que ascender más y
más para sentirnos realmente en alta montaña… pero no daba llegado. Y luego más
asfalto. Precioso. Espectacular. Carreteras encañonadas, desfiladeros imposibles
y fotos allí donde miraras. Estábamos atravesando el parque nacional de Ordesa
y Monte Perdido, así que el asfalto casi era de agradecer para poder disfrutar
del espectáculo. Bien merece una visita con calma y botas de montaña que tendrá
que quedar para otro momento. Todo no se puede, que pena.
A repostar se ha dicho!. Antonio estaba justo de combustible, así
que nos desviamos para buscar gasolinera y cuando ya estábamos todos con los
depósitos llenos: moto de Antonio al suelo. Creo que su maltrecha pierna le
acababa de dejar tirado. Como resultado de la chorrada mayúscula se le había
quedado el acelerador agarrado, así que hubo que soltarlo todo para ver donde
estaba el problema, pero sin saber exactamente donde radicaba aquel, al volver
a montar, la cosa funcionó con normalidad y proseguimos ruta, pero esta vez
directos a nuestro destino de pernocta. El Pont de Suert.
Localizamos una ferretería, reparaciones de un intermitente
mío gentileza de Richy… luego al hostalito, bajada a birrear, digo cenar, regreso
a la piltra y a soñar con las pistas de mañana, que hoy la ruta “off” había
sido medio descafeinada… pero al otro día, en teoría, sobre el papel,
supuestamente, tendría que ser laaaaarga de café y gotas. Pririneos en estado puro, ya veremos…