Llevaba
mucho tiempo pensando hacer una jornada íntegramente “off road” y había
decidido aprovechar la escapada a Pingüinos para que uno de esos días fuera más
allá de lo asfáltico.
Me
desperté en Bragança –Portugal-, una preciosa villa del Noroeste luso, abrazada
por una geografía perfecta para la práctica de lo que tocaba. Desayuné con
tranquilidad mientras me veía la etapa del Dakar para ir entrando en materia
jeje. Me tiré unos buenos cuarenta y cinco minutos en ponerme de romano, hacer
la mochila y arrancar, pero es que lo último que quería era un día con prisas y
ya me conozco. A ver, como bien he dicho hoy tocaba “fuera pista” y en
solitario las prisas son poco recomendables. Viajar solo me encanta, pero la
precaución y la cabeza fría es algo que puede evitar ese mal trago que ninguno
queremos en estas circunstancias. Una mala caída en medio de ninguna parte
puede echar por tierra muchas ilusiones por no ponernos trágicos. Hay que tomar
los riesgos justos y evitar tensiones es algo esencial para no empezar
cometiendo errores, que aún así se sucederían, pero sin mayor consecuencia.
La
mañana estaba fresca y las pocas nubes que asomaban eran suaves y gentiles, así
que la lluvia no sería de esperar.
Las
colinas y valles se fueron alternando para hacerme el paseo de lo más ameno;
los riachuelos cruzando los caminos se convirtieron en algo de lo más habitual,
y tanto que en ocasiones inundaban el “track” para agudizar mi concentración si
no quería ver mi moto con el agua al cuello.
Desaparecieron
las nubes dejando paso a un tenue pero de agradecer sol invernal. Nada podía
ser mejor que estar allí devorando kms de caminos embarrados, surcando lagos y
conociendo una parte de Portugal que llevaba tiempo llamándome por el nombre.
Así que la confianza se fue apoderando de mí de manera sutil, sin darme cuenta,
hasta que la cuenta se materializó de golpe. De golpe y porrazo contra el
suelo.
No
fue en una curva rápida ni haciendo el cabra. Fue prácticamente en recta. La
rueda trasera no consiguió salir de una rodera por culpa del huidizo musgo y me
adelantó por la izquierda. Cuando me dí cuenta de que tenía la moto
completamente de lado ya era demasiado tarde. Me disparó a unos tres metros de
distancia como quien tira una piedra y allí estábamos ambos tendidos sobre lo verde,
mirándonos a los ojos conocedores de lo que acababa de suceder.
Un
espejo roto sería el saldo total, así que continué sin mayor problema, pero con
mucha más precaución, consiguiendo frustrar tres intentos más de la trasera por
hacerse con la cabeza del conjunto, cortando gas a tiempo claro!... pero en
otra ocasión y después de un par de horas más de paseo, volvió a suceder en las
mismas circunstancias que la anterior, pero esta vez ni cortando gas conseguí
que la moto se pusiera en dirección opuesta a la deseada y zas!.
Antes
de llegar al suelo ya sabía como acababa el cuento. Creo que no estuve horizontal
ni por un nanosegundo. Me levanté, hice lo propio con la moto y me piré de allí
prometiéndome que otra de esas no me volvería a pasar y así fue.
Soy
novato y lo pagué, pero también me ha quedado claro que las ruedas mixtas que
calzo no son de lo más recomendable para una jornada completa en esas
condiciones, aunque he de decir que tampoco se portaron mal del todo. La
delantera, a pesar de ser una tkc80 120/17 cumplió como si fuera de lo más
endurera, para lo que yo la exigía claro!, pero la trasera, heidenau k60,
parece que no ha cumplido todo lo que se podía esperar de ella, o simplemente
he esperado más de lo que está dispuesta a cumplir.
No
todo fue caerme una y otra vez, en ocasiones era la moto la única que decidía
acostarse sobre lo que coincidiera en cada momento, en inequívoco síntoma de
cansancio, pero es que ante un desequilibrio, hacer fuerza para mantenerla en
pie me resultaba imposible, o mejor dicho, poco apetecible. Siempre optaba por
volverla a recoger cariñosamente del suelo y así fue en alguna que otra ocasión.
Era de esperar, si me pasa pateando piedras por casa en salidas de un puñado de
kms... en ésta de unos 120 kms íntegramente “off”, no sería menos, y así fue, casi
proporcional jeje.
No
pensemos que la jornada fue penosa de caídas y sentadillas, ni mucho menos,
nada que ver. De lo que más abundaron fueron momentos de esos en los que tocaba
decidir.
Bajarse
de la moto, reconocer el terreno y afrontar una dificultad o directamente
desistir para buscar alternativa y así continuar ruta de manera segura y sin
comprometer mi físico ni el de mi moto. Pero he de decir que la alternativa no
fue de lo más recurrido y una vez sopesados los pros y los contras y
visualizado lo peor que pudiera ocurrir, navegar por aquellos doscientos metros
de agua por los estribos, vadear aquel río hasta las rodillas o trepar un
desmonte, fueron decisiones que han hecho de la jornada algo en lo que muchas veces
había soñado. Una aventura!.
Vimioso
y luego Miranda do Douro me vieron pasar. Después tomé carretera para entrar en
España y dar señales de vida a la familia, así que en cuanto encontré un menú
del día, lo primero que hice fue precisamente eso, llamar, y luego comer como
si nunca antes lo hubiera hecho. De postre me devoré los sesos pensando si
adentrarme otra vez por lo marrón o claudicar rumbo Pingüinos por lo negro.
Pero una vez tomado el café y ya todo en su sitio, hallé la única conclusión
lúcida a la que podía llegar. Volvería a tomar el salvaje track hasta que el
sol proyectara una larga sombra de jinete y montura en inconfundible ocaso y
así fue.
El
tramo por tierras zamoranas fue mucho más fácil, seco, y con apenas desniveles,
en ocasiones más técnico, pero igualmente encantador entre preciosos bosques,
puentes romanos perdidos en cualquier lugar y toros y más toros que lejos de
asustarse me veían pasar con ojos de no haber roto un plato.
Portugal
nunca defrauda y creo que no tardaré demasiado en hacerme otra escapada por sus
frondosas tierras de amables gentes, pero hasta entonces seguir practicando
para ir corrigiendo tantísimos errores propios del que está empezando.
El vídeo no son más que fragmentos de las pocas grabaciones que hice; cinco minutos de la media hora de vídeos que no hacen justicia alguna a las seis horas que pasé sin saber nada del asfalto, así que hasta en lo de grabar me queda mucho camino por delante: