Miro el
track una y otra vez. Hago zoom. Desaparece una capa para dar paso a la siguiente, y otra vez, y más zoom. Persigo el trazo azul para leer hasta la última curva de nivel por la que atraviesa nuestra senda, como el que memoriza sin entender lo qué, y es que el
track en si mismo junto con los detalles del mapa desvelan innumerables secretos, pero nunca la verdad y por más que mire y me acerque, no seré capaz de ver el caudal de ese vadeo o la pendiente de aquel talud. Pero la aventura es eso, es descubrir a cada golpe de gas lo que vaya deparando el camino, que siempre incierto, hace al viaje virgen y al viajero novel en cada reto.
Y así es como estoy a mes y unos días de dar comienzo... con el corazón en un puño y esperando que llegue de una vez ese maldito instante en el que atronen las motos y abramos gas para dar luz a ese oscuro track.
continuará...